domingo, 8 de agosto de 2010

EL ESPACIO

Hay que reconocer que el niño es listo; el otro día me dijo :
-Papá, me da miedo el espacio.
- ¿El espacio? No me jodas ¿qué espacio?
Me esperaba cualquier otro espacio, el espacio que hay debajo de la cama o el oscuro del armario abierto, aunque he de reconocer que la manera de expresarlo resultaba inquietante: un niño de 5 años no se refiere al hueco del armario como a "el espacio". No. Descartado.
- Ese-, dijo señalando el cielo estrellado en la ventana.
Me cago en la puta, mi hijo de 5 años con fobias existencialistas o como demonios se llamen. Lo primero que se me ocurrió fue que no era hijo mío, pero enseguida deseché la idea porque nadie en el mundo tenía unas cejas como aquellas. Me quedé mirándolo detenidamente. Pobrecito, con esas manitas y esos piececitos y la piel aterciopelada y había sido castigado con el miedo al espacio a tan temprana edad. Pero en fin, a lo mejor se refería a algo más trivial, quizás veía en algunas estrellas la forma de un monstruo o una bruja o así. Se lo pregunté.
- No papá, es que es demasiado grande y no me parece de fiar.
Joder. que- no- le -parecía -de- fiar ¿Y en qué consistirían sus crisis adolescentes?. Probablemente sentiría que su personalidad se diluía en el universo y solo provocando una masacre en el instituto podría amortiguar esa sensación aterradora.
- ¿Que no te parece de fiar? El cielo no está ahí para que te fíes de él, es meramente decorativo, solo sirve para que cuelguen de él las nubes, el sol y las estrellas.
- No, papá, el cielo no me da miedo, lo que me da miedo es el espacio entero, incluso el que no podemos ver porque está fuera de nuestro campo visual. La materia y la antimateria... ¿Crees que en realidad tenemos alguna importancia en relación con su tamaño infinito? ¿No te parece que somos prescindibles para él?- Y me lo decía mientras redondeaba un moquito con sus deditos, el angelito.
...
Me fui a la cocina, llené un vaso de vino hasta arriba y se lo llevé a la cama. Al principio le costó un poco tragarlo y casi tuve que ponerme violento amenazándole con darle una hostia que lo mandara al espacio, pero en cuanto notó el efecto agradable no tuve problemas para hacerle beber otros dos.
- Qué ¿le sigues teniendo miedo al espacio?
-No, ahora me da risa...
-Así me gusta.
Esperé a que se durmiera, le di un beso en la frente y me fui a la cama.
¡Miedo al espacio!¡Jodido niño!. Prefiero que sea un puto borracho a que ande por ahí tocándole los huevos a la gente con gilipolleces sobre la inmensidad del espacio.
En la imagen, una historia de 5 páginas con final existencialista que te cagas.

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