sábado, 7 de mayo de 2011

CEPILLO DE DIENTES


Vale, sí, Marisa hizo las maletas y se fue, pero teniendo en cuenta que la casa es de su propiedad, así como todos los muebles y enseres que contiene incluido el cepillo de dientes que me compró para que usara cepillo de dientes, supuse que solo me quería dar un escarmiento y me lo tomé como unas pequeñas vacaciones en solitario.
A lo mejor estáis pensando en el cepillo de dientes y os turba la idea de que yo no tuviera uno antes de conocer a Marisa. El cepillo de dientes es una idea chiripitifláutica que surgió de la cabeza de un emperador chino con delirios de grandeza, allá por el año 1498 D.C.. Fijaros lo que hizo el tarado: Le puso cerdas de puerco a un mango de hueso y luego se metió esa porquería en la boca. ¿Qué queréis que os diga? ¿Os meteríais los pelos de un cerdo en la boca para limpiaros los dientes? En fin, me parece ridículo. Recuerdo que una vez vi a Michelle Pfeiffer, a la que adoraba, cepillarse los dientes durante cosa de 5 minutos al final de una película que rodó con Al Pacino, y parecía una retrasada mental; desde entonces, cada vez que veo a la Pfeiffer, se filtra en mi cabeza la imagen de su cara asubnormalada con un cepillo de dientes colgando de la boca y siento un profundo asco a la par que cierta añoranza por los buenos tiempos en que me masturbaba pensando en ella, cuando el mito todavía no había caído en desgracia aseándose la boca delante de toda la humanidad. Cuando mi Marisa me dio el cepillo no supe cómo reaccionar. Era un cepillo azul con una banda naranja muy bonito y tuve que usarlo alguna vez cuando ella me vigilaba.
Ahora ya no hacía falta porque se había ido para darme un escarmiento. Hacer las cosas de casa y sobrevivir sin morirme de inanición y cubierto de basura ya era un problema cuando no era hemipléjico y aún no conocía a Marisa, pero ahora me sentía incapaz de poner la lavadora o quitarle los envoltorios a los quesitos, y no porque lo fuera sino porque me resultaba inquietante ver moverse a esa mano que se había escindido de mi cabeza durante unos meses y realizar trabajos torpemente bajo mi supervisión. Era una mano intrusa que se reía de mí y a veces actuaba de manera independiente. ¿No os lo creéis? Pues dejad que os cuente: Al día siguiente de irse Marisa para darme un escarmiento entraron en el autobús 10 o 12 alocadas jovencitas de entre 15 y 30 años con sus risas tontas y sus culos ruborizados y me arrinconaron en el descansillo de atrás ¿Sabéis lo que hizo mi mano tonta? Pues sí , se dejó caer muerta en rotación externa con la palma hacía fuera y anduvo palpando por su cuenta algunos muslos aterciopelados, aprovechando los frenazos del conductor. Pero la cosa no se quedó ahí ¿Sabéis lo que hizo el brazo cuando una de las chicas se sintió manoseada y me miro como a un pedazo de mierda? Se encogió en un ángulo recto apelmazado pegándose a mi pecho en rotación interna con los dedos apelmazados y espásticos como si llevaran toda la vida sin moverse, en la actitud más cobarde y rastrera que jamás se le haya visto a brazo alguno. Yo me puse colorado como un centollo y jugueteé con el dedo índice de la otra mano haciendo dibujitos en la ventanilla empañada, deseando que Marisa estuviera allí para reírse de mí.

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