miércoles, 31 de octubre de 2012

sábado, 27 de octubre de 2012

¡¡QUEDO LOCO!!

QUEDO LOCO
En mi pueblo, cuando les dan una noticia sorpresa o les cuentan un chisme suculento, dicen “¡Calla ho, quedo loco! No sé si este hecho les llama a ustedes la atención especialmente pero a mí siempre me turbó sobremanera porque la cosa era que en mi pueblo no decían “flipo”(por supuesto) o “déjesme frío o acojonao” ante una noticia o chisme, que son dos estados reversibles, sino que se quedaban locos, lo que implica irreversibilidad. Así, el primer año que veraneé allí, contando 8 años de edad, fue confuso y lleno de miedos y terrores nocturnos y diurnos. Al tercer día, cuando ya había visto los cerdos, las vacas y las gallinas, me senté en un banco con dos señores de boina a los que aún no conocía y uno le dijo al otro que se había muerto Pepa de casa Rúa, a lo cual el otro respondió:
-¡¡Calla ho, quedo loco!!
Aquel señor se había quedado loco en mi presencia y a partir de entonces procuré evitarlo. Al día siguiente lo vi acercarse por el camino con su guadaña al hombro y me tiré a esconderme a los arbustos porque sabía que estaba loco. Durante el resto del verano todos fueron quedándose locos delante de mí por razones diversas (el precio de una pala, el embarazo de una soltera, la muerte de dos vacas) sin cortarse un duro y poco a poco fue disminuyendo el número de cuerdos en el pueblo hasta que ya no quedó nadie. Lo más duro fue ver como Marina la de ca´l Sastre perdía su cordura. Yo estaba siempre con ella y con una muy fea cuyo nombre he olvidado porque eran las más jóvenes (13 y 14, creo recordar) y todavía no se habían quedado locas. Marina me tenía embelesado porque era dulce y hermosa como una gominola  de fresa pero aquel día funesto, la amiga fea le comentó en mi presencia que Manolín el de Lulón ya no estaba saliendo con Aurora (que ya hacía unos días que se había quedado  loca) y entonces ella lo hizo:
-¡¡Quedo loca!!- dijo. Y amargas lágrimas recorrieron mi rostro mientras huía. Sentimientos encontrados turbaban mi corazón. El amor que ya no se haría realidad y el pavor bombeando juntos en mi corazón.
Fue así como durante ese verano y los siguientes estuve rehuyendo a todo el mundo. Les suplicaba a mis padres que no me dejaran allí y rogaba a Dios porque nunca nadie les comentara alguna cosa que les hiciera quedarse locos. A dios gracias, mis padres habían viajado por el mundo y eran más de quedarse fríos o acojonáos. Durante mis vacaciones andaba siempre solo, escondido en el bosque o en los pajares y paneras y solo trataba con mi abuelo, que era un tipo huraño y malcarado que nunca se iba a quedar loco porque nadie solía contarle nada nunca. El verano en que cumplía 14 años coincidí con un nuevo veraneante, 3 años mayor que yo y al decirle yo que debería andar con cuidado porque estaban todos locos y explicarle mis razonamientos, se rió de mí y me abrió los ojos.
-Pero no es una expresión literal, es solo una muestra de asombro que usan aquí.
Era un tipo muy raro que siempre estaba silbando o leyendo libros gordos y mi sexto sentido me decía que era también un tipo listo y en ese momento caí de la burra, pero ya era tarde porque todo el mundo sabía que aquel niño(yo) que huía y se escondía e incluso a veces les tiraba piedras y cosas desde la distancia estaba como una puta chocolatera, igual que el animal de su abuelo.
Aunque intenté a lo largo de los años pulir mi comportamiento en su presencia e incluso gritar al acercarme a un grupo “¡¡QUEDO LOCO!!” para demostrar que ya estaba integrado, ya nunca dejé de ser el loco del pueblo y a veces incluso pienso que algo de verdad hay en ello, pero mi Marisa me quita esos pensamientos negros de la cabeza asegurándome que los locos peinan bombillas y a mí nunca me ha visto hacerlo.

viernes, 26 de octubre de 2012

MARISA ESTABA MUERTA CUANDO LA CONOCÍ



Creo que ya les expliqué a ustedes que a mi Marisa la conocí en las redes sociales pero no les dije como. En mis primeros contactos con esa herramienta maravillosa de hermandad entre las personas de buena voluntad que es el feisbuk, andaba yo un poco desconcertado y sin saber qué hacer. Durante 6 meses me dediqué a dejar testimonio de mi soledad en mi  muro haciendo llamamientos desesperados a quien pudiera leerme:


Durante ese tiempo no caí en la cuenta de que no tenía amiguitos y por eso mis intentos de contactar con alguien eran infructuosos. Así que me dediqué a añadir amiguitos pero no encontraba a ningún conocido porque tengo pocos amigos o ninguno y los conocidos se limitan a venderme la fruta o el pescado o la entrada del cine, pero nunca me dicen su nombre ni me preguntan por mi salud o la de mi familia así que ¿quién era yo para invadir su intimidad solicitándoles acceso a todas esas porquerías que seguramente mostraban sin pudor en sus perfiles? De una de estas me encontré con el perfil de la frutera que es como una especie de actriz porno pero que todavía no sabe que lo es: tiene los labios así y los pezones apuntando en aquella dirección y los mofletitos y las dimensiones de todo lo demás pero no tiene la actitud porque todavía no sabe que es una actriz de películas de putas y sigue malgastando su vida repartiendo fruta y cobrando por ello. Un día vencí mi timidez ante las mujeres sobredimensionadas y le conté el chiste de los sellos aprovechando que solo había una vieja con un niño de unos 7 años que me imaginé que todavía no sabía hablar ni entendía nada de lo que yo ni nadie pudiera decir, a juzgar por el moco que asomaba de su nariz y su boca abierta. Quizás se lo solté de manera un tanto abrupta, antes de darle los buenos días.
-Hola, ¿qué le pongo?- me dijo la frutera
- ¿Sabes el chiste de la tía que cada vez que se duchaba le salían sellos del coño y fue al médico y este le dijo que no eran sellos sino etiquetas de  los plátanos?
-…-, se me quedó mirando como si mi cabeza fuera un calamar.
- ¿Te lo cuento?
-…-se me quedó mirando como si mi cabeza fuera un mejillón.
Me puse colorado, compré dos manzanas y una pera (la fruta se pudre) y me fui.
Así que me encontré con la frutera en feisbuk y le hice una solicitud de amistad que no obtuvo respuesta pero  me guardé su foto de perfil y le pedí a la hija de mi primo (que tiene 13 pero hace unas cosas acojonantes con el photoshop) que le pusiera la cabeza a unas fotos de putas del prívate que tenía de cuando era pre-puber. Eran unas putas con grandes matas de pelo en el coño que les llegaban hasta el ombligo y en casi todas tenían lecherazos en los muslos y la boca así que le dije también que si podía hacer que la cara de la frutera tuviera también semen en la boca y la barbilla y, a poder ser, algo también en la frente y las pestañas. La niña, que no era muy espabilada, le enseñó el montaje final a su padre explicándole que era un regalo para el primo Mariano y ya nunca me volvieron a hablar en la vida. En fin, que solo tenía un amigo que se llamaba señor zapato y solo colgaba cosas de zapatos y casi nunca quería escuchar mis confidencias.
Ya llevaba un par de años deambulando solitario por las redes sociales cuando me encontré un perfil muy raro, el de Marisa. En primer lugar  estaba todo en abierto y viendo sus fotos comprobé que su físico no me acojonaba pero me ponía la polla como una morcilla de burgos porque era menudita y yo ando bien servido y me imaginaba metiéndosela y reventando los huesos de sus caderitas y provocando terremotos de placer en sus vísceras. En segundo lugar se apellidaba Verdasco Parrondo y yo Parrondo Verdasco lo que me hizo pensar en que pudiera ser una prima a la que nunca conocí porque a lo mejor mataron a sus padres y se crió en un orfanato y a lo mejor hubiéramos podido compartir bañera de pequeños si la desgracia no se hubiera cebado en su familia. Y ahora viene lo más asombroso: ¡MARISA ESTABA A TODAS LUCES MUERTA!, a juzgar por los mensajes que la gente publicaba en su perfil desde hacía dos días: “Te llevaré siempre conmigo”; “Se que me cuidarás de allí arriba”; “Se me hace raro que ya no existas. Se me hace insoportable”. En fin. Era una muerta. Si no aceptaba mi solicitud de amistad no sería tan grave. La sorpresa. Aceptó mi solicitud y tardé una semana en atreverme a poner algo en su muro porque no sabía si sería correcto decirle alguna frivolidad estando tan reciente lo suyo con la muerte. Finalmente me atreví a colar algo entre los pésames y las añoranzas que poblaban su muro.


Ella me respondió.


 Le había hecho ilusión, pobrecita mía, que tanta gente la llevara en el corazón allá donde estuviera y que le atribuyeran la calidad de ángel  que brilla en forma de nueva estrella desde el firmamento.Creo que ella pensó que yo hablaba en broma y no quise sacarla de su error.
Eso. Solo quería contaros eso porque me pareció que fue algo curioso que merece ser contado. También deciros que, aunque ahora vivimos juntos, todavía disfrutamos chateando y colgando enlaces uno en el muro del otro, uno en la cocina y otro en el salón,  porque es como tener nuestra primera cita siempre presente.