miércoles, 30 de abril de 2014

Mira qué tonto. Nuevo Fanzine


“Mira qué tonto” Es una autobiografía en 15 actos y 24 páginas. Momentos intrascendentes que, por alguna razón, le hacen compañía en la memoria a esos otros de vital importancia, como la primera vez que toqué un coño o el día en que me di cuenta de lo raro que era que los pelos de las cejas no crecieran al mismo ritmo que los de la cabeza. ¿Y los de los brazos? ¿Por qué los de la cabeza sí y los de los brazos no? ¿Qué aspecto tendríamos si los pelos de las cejas cayeran como cascadas sobre nuestros ojos? ¿Y si los de los brazos, aunque ralos, crecieran indefinidamente? En fin. He ordenado estos microrelatos cronológicamente esperando ofrecer un retrato lo menos veraz posible de mí mismo. Ahí estoy. No me miréis así, seguro que vosotros también tenéis más idioteces que genialidades en vuestra biografía.


+ ejemplares+barato

lunes, 14 de abril de 2014

Cabeza sin boca.



Sr juez
Soy profesor de literatura y me encanta enseñar y mi bella esposa es ilustradora, no le falta trabajo y goza de reconocimiento internacional. Tengo dos hijas encantadoras que ríen todo el rato y un perro mimoso que lame al gato que a su vez lame al perro.  Me gusta pasear, ir al cine, leer todo lo que cae en mis manos y amar a mi familia. ¡Soy feliz! Sin embargo, esta mañana no pude soportar las amargas lágrimas de la más pequeña de mis hijas al responder yo afirmativamente a su pregunta de si ella se tendría que morir algún día. Se lo expliqué de mil maneras, la consolé, le dije que es un paso más hacia otro plano existencial y que yo lo espero con curiosidad y casi con deseo. No podía, la niña no podía dejar de llorar. Así que decidí descolgar la escopeta de caza y, después de escribir esta carta y siempre sin dejar de sonreír, me borré la sonrisa de un disparo delante de ella. Solo espero que mi niñita no le tema nunca más a la muerte y que algún día nos encontremos allá donde quiera que me haya ido. Dele usted un beso a las tres de mi parte y dígales a las niñas que papá las está observando todas las noches desde la cabecera de la cama con su cabeza sin boca.

jueves, 10 de abril de 2014

CERDA RETRASADA


Le pedí un café. Nunca hablo con la camarera de la cafetería de debajo de casa porque está muy buena y me gusta hacerme el misterioso y simular que apunto cosas importantes en mi moleskine. “Comprar alcachofa” escribo. “¡Pan multicereal, que no se me olvide!”, escribo, después de unos minutos de expresión reflexiva, barbilla sobre mano. Pero aquella mañana me sentía tontorrón y me dio por sonreír. Sonreía todo el rato con la mirada desenfocada apuntando a la máquina de café. Busqué la foto de un recién nacido en el móvil y lo miré un rato con la sonrisa estúpida.
 
—Venga, ponme un orujo, qué cojones, que ya soy papá —dije. 

 
—Vaya, qué bien, enhorabuena, a esta invita la casa —dijo—. ¡Qué guapo! —dijo, al enseñarle la foto.

 
—Sí, jamás se me ocurrió pensar que esa cerda retrasada fuera capaz de darme un hijo.

 
Al día siguiente hice una excursión a la siguiente manzana en busca de otro bar en el que tomar el café.

martes, 1 de abril de 2014

Impertinencio dixit: Podemos poder

Me conozco muy bien a mí mismo como para no saber que el homúnculo que me dirige se está partiendo el culo con la absurda teoría de que PODEMOS entre todos. El homúnculo sabe que todavía hay muchos españoles para los que el drama de esta crisis consiste en no poder cambiar de coche y su objetivo a largo plazo es poder cambiar de coche cada tres años, volver a  hacer funcionar la maquinaria que nos trajo hasta aquí. El homúnculo sabe que llevo desde que era niño asociando libertad con consumo y, pese a que llevo años reseteándome, a veces me  siento tan feliz y optimista que el homúnculo interviene. En realidad, cada vez que me compro cualquier prenda de más de 50 euros o un libro que no voy a leer me lo dice. Pero mis pequeñas vanidades no son nada. Hay por ahí quien quiere triunfar con mayúsculas. TRIUNFAR a costa de quien sea. Y quien quiere triunfar con minúsculas, ser un peón esclavo del “que me quede como estoy”. Y no son pocos.
—Oh, la Coca-cola ahora es el crimen organizado porque cierra una tienda al lado de tu casa —me dice el homúnculo— cuando lleva años siendo el Corleone de las bebidas refrescantes. No hay ni pizca de heroísmo en los cabreos de alguien que solo levanta el puño cuando tocan sus ahorros.
Qué cabrón, el homúnculo. Le voy a poner nombre: Impertinencio.
Ayer me lo decía también en ese evento de las primarias que organizaba PODEMOS en Gijón. “Fíjate, dicen que TODOS SABEMOS QUE NOS GOBIERNAN SINVERGÜENZAS Y QUEREMOS QUE LA COSA CAMBIE. Anda ya, tú conoces a 10 o 12 millones de personas que pasan de esto como de la mierda y que ni quieren cambios ni los necesitan. No los ves nunca, no sabes sus nombres ni tienes sus teléfonos, pero los conoces”.
La verdad es que tiene razón, el hijo de puta de Impertinencio. Pero no voy a ser yo el descreído que ponga zancadillas a la utopía. Lo he amordazado un rato y me quedo con que PODEMOS PODER.